En muchas de nuestras iglesias locales no se ha logrado establecer el Reino de Dios en su plenitud.
Jesús el Cristo declaró: “Y si por espíritu de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado á vosotros el reino de Dios.” (Mateo 12:28), y con ello estaría manifestando su interés que quienes hemos reconocido y aceptado su señorío seamos capaces de desalojar al reino de las tinieblas de los territorios que por siglos han reclamado como propiedad, sin tener el derecho para ello.
La tierra y su plenitud es propiedad del hombre, quien fue creado a la imagen y semejanza de Dios. En el huerto del Eden el Creador le entregó en heredad la tierra, y le dió mandamiento de sojuzgar y señorear sobre todo lo creado.
No obstante, hoy encontramos tanto al hombre como lo que le fue dado en heredad, perdídos y sin la conciencia de que su condición es producto de su lejanía de Dios.
Pero Jesús vino a buscar y a recuperar lo que se había perdído. El restableció de nuevo la intención del Creador de que el hombre sojuzgara sobre la tierra, y para ello recomendó que quienes se someten a su señorío recuperen los territorios perdídos.
El reino de los Cielos tiene que establecerse en los sitios donde vayamos, y los demonios tienen que salir.
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